El Obrador de Pan se fundó en el año 1940,
de la mano de Modesto Concepción.

Tradición Artesanal

Tras terminar la Guerra Civil Española, los tiempos eran difíciles para la familia. Modesto estaba casado con Andrea Pacheco, tenían 14 hijos y vivían en la Calle Alférez Provisional, en la Villa de Garcillán (Segovia), donde comenzó cociendo alrededor de 30 hogazas semanales para una sociedad de labradores. Éstos le facilitaban el trigo a cambio de pan. Modesto se encargaba de llevar el trigo al molino de Carrascal para hacer la harina, después la cernía y finalmente amasaba y cocía el pan.

Por aquel entonces, la calidad del trigo era baja y el pan no era de muy buena calidad, pero poco tiempo después, Salvador Concepción, uno de los 14 hijos de Modesto y Andrea, se relacionó con otros profesionales del sector investigando así nuevas formas de hacer el pan más saludable. Introdujo su propia forma de hacer el pan en el sistema de trabajo y la producción comenzó a brotar y a tener un poco más de auge.

Posteriormente, Salvador forma su propia familia junto a Romana Sevillano y se trasladan a vivir a la Calle La Piedad, en la Villa de Garcillán. Juntos tienen 2 hijos; Toñi y Jesús.

Allí continuaron durante años con el negocio familiar, sin maquinaria alguna. Amasaban todo el pan a mano, lo cocían en un horno de leña y al terminar, lo vendían en la propia casa, e iban a repartir también al pueblo más cercano.

Los tiempos iban mejorando poco a poco y el negocio empezaba a tener fama por la excelente calidad del producto. Eran cada vez más personas las que acudían al obrador a comprar el pan.

Años más tarde, el negocio pasa a ser dirigido por la siguiente generación, su hijo Jesús Concepción y su mujer Mª Teresa Moreno. Juntos trabajaron allí durante 10 años potenciando el negocio, elaborando diferentes tipos de pan, pasteles, tortas y magdalenas. Cuando terminaban de hacer el pan, iban a Segovia y a
pueblos de la provincia a repartir la producción.

Debido al éxito y a la gran demanda de los productos que elaboraban, en el año 1994 deciden trasladarse a La Calle Las Eras (Garcillán). Allí edifican un obrador con más espacio con el fin de mejorar la calidad de trabajo y aumentar la producción. Para ello, introducen maquinaria y las mejores instalaciones hasta el
momento.

Jesús y Mª Teresa trabajan mano a mano innovando y mejorando la calidad de los productos, atentos siempre a las necesidades de sus clientes.
En el año 2008, Mª Teresa fallece tras una larga enfermedad.

Son unos años duros para la familia, y por tanto para el negocio, pero Jesús nunca pierde la fuerza y continúa trabajando con ilusión durante 9 años más hasta que, en el año 2017, por motivos de salud, deja el negocio totalmente renovado, con los últimos avances e instalaciones en manos de sus dos hijas; Sara y
Elena.

Hoy en día son ellas las que continuan con ilusión la tradición familiar, encargadas junto con Alberto Barreno (pareja de Elena), de que toda la producción salga adelante con los mejores servicios y la mejor calidad.